La evolución del transporte sostenible está a la orden del día y cada vez es más común ver a personas desplazándose con vehículos sostenibles y de bajas emisiones. Ante los problemas causados por la contaminación y nuestro modelo actual de movilidad, gobiernos y ciudadanos de todos los países están dando un paso adelante en aras de potenciar la movilidad sostenible. Desde hace años, los carriles bici, los servicios de vehículo compartido y las restricciones de entrada a vehículos contaminantes son la norma en casi cualquier gran ciudad europea.
¿Qué medios de transporte son más sostenibles? Para responder a esta pregunta debemos considerar una serie de factores, tales como las emisiones que producen, la cantidad de espacio que ocupan los vehículos y un largo etcétera.
Si deseas saber más sobre cómo podemos ser más sostenibles cuando usamos un medio de transporte u otro, sólo tienes que seguir leyendo el artículo.
La movilidad es un concepto clave en la ajetreada vida urbana actual. Para cualquier ciudad, encontrar una forma de mover a sus ciudadanos de la forma más rápida, eficiente y limpia posible es un quebradero de cabeza con muchísimas soluciones potenciales.
Por una parte, hay buenas noticias. Las altas exigencias medioambientales a la industria automovilística han supuesto que, en los últimos años, el aire de ciudades como Madrid sea más limpio que hace 20 años, y muchísimo más que hace cuarenta. No obstante, estos niveles de contaminación siguen siendo demasiado elevados como para ser considerados aceptables.
Entre los principales escollos que causa el actual modelo de movilidad en las ciudades, podemos destacar:
Por estos motivos, es necesaria una apuesta decidida por otro tipo de movilidad. Este tipo de movilidad ha de ser limpia, segura y eficiente para el traslado de mercancías y pasajeros.
Con el objetivo de que la movilidad sea limpia, nuestro principal objetivo es reducir las emisiones de contaminantes a la atmósfera. Así, podemos encontrar algunos medios de transporte sostenible cuyas emisiones sean muy bajas o incluso nulas.
El medio de transporte más ecológico es, sin ninguna duda, nuestros propios pies. Además de no emitir gases contaminantes, caminar es bueno para nuestra salud física y mental.
Para ello, los diseñadores urbanos han de pensar en ciudades caminables, donde el peatón sea una prioridad. en el pasado, la proliferación de coches hizo que casi toda la movilidad urbana estuviese orientada a mover coches de manera veloz de un lado a otro.
Afortunadamente, en las últimas décadas se está viendo una reversión a modelos de ciudad que tienen más en cuenta al peatón y sus necesidades. Esto es muy importante: si queremos que la gente camine, debemos darles lugares seguros para caminar.
La movilidad en bicicleta es otra de las maneras más ecológicas de moverse por nuestras ciudades. Si apostamos por una eléctrica, solo emite 3 gramos de CO2 por kilómetro recorrido (gCO2/Km), y todo esto sin el esfuerzo que supone pedalear una bici normal (aunque son considerablemente más caras).
El principal escollo al que se enfrentan quienes se mueven en bici por la ciudad tiene que ver con la falta de infraestructura y la incomprensión de muchos conductores. Así, para fomentar que la gente ande en bici, debemos asegurar la presencia de carriles bici seguros y separados del tráfico, lo cual en muchas ciudades parece misión casi imposible.
El metro es probablemente el medio de transporte colectivo más utilizado en las grandes ciudades. Dada su independencia del tráfico, podemos llegar mucho más rápido que con casi cualquier otro método. Además, al poder transportar a muchas personas en un espacio reducido, las emisiones per cápita son mínimas
Con un sistema basado en la electricidad, los sistemas de metro suelen tener unas emisiones en torno a 30 g CO2/Km), lo que les convierte en muy poco contaminantes. Para que una ciudad tenga una red de metro útil, esta debe ser adaptada a los movimientos de los ciudadanos, rápida, barata y asequible.
Los autobuses no resultan tan sostenibles como otros medios de la lista, en términos absolutos. Los autobuses urbanos pueden emitir unos 50 g de CO2 por kilómetro pero cuentan con una ventaja: la capacidad de mover a mucha gente en muy poco espacio. Un autobús, que puede llevar a unas 50 personas, es mucho más eficiente en términos de espacio que esas mismas personas en 25 coches, por ejemplo. Así, una buena red de autobuses urbanos puede ayudar a reducir los atascos en las ciudades y hacerlas más sostenibles.
El coche eléctrico tiene unas emisiones de 43 gCO2/pKm, aproximadamente una tercera parte menos que los coches de gasolina o diésel. Son más silenciosos, más baratos de mantener y no gastan combustible, sólo luz. A priori, parece mucho mejor opción que un coche habitual, a pesar de algunos problemas como la falta de autonomía.
No obstante, no debemos perder de vista que, en términos de sostenibilidad, siempre será mejor el transporte colectivo al individual. Por ello, por mucho que estemos a favor del vehículo eléctrico, es mejor coger metro, tranvía o autobús.
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